sábado, 20 de octubre de 2012

El ciego Bartimeo y una oportunidad (Parte ll)



Cuando Bartimeo se dio cuenta de que el Señor Jesús se acercaba, llamó a gritos al Señor, diciendo: “Jesús, hijo de David ten misericordia de mi”; y Él,” mandó llamarle”. Por lo que el ciego “vino a Jesús”, que le dijo:” ¿qué quieres que te haga?” Y el ciego contestó: “Maestro, que recobre la vista”. El Señor Jesús apenas le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado, y en seguida recobró la vista.”¡Su vida cambió radicalmente!
Muchas veces los Siervos de Dios no se dan cuenta de las oportunidades que el Señor les concede. Pero, ¿Cómo podemos lograr que el Señor Jesús se detenga a escucharnos? Clamando a Él con insistencia, basándonos en sus promesas como las que hizo a Jeremías. “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”(Jera 33:3). Dios anhela que no solo le pidamos lo creemos necesitar, sino que estemos dispuestos a aceptar y obedecer lo que Él nos ordene, que puede  incluir un cambio total de vida, para cumplir sus propósitos en y por medio de nosotros. Precisamente de eso nos habla este pasaje al observar que el Señor está dispuesto a escuchar  nuestras peticiones de ayuda sin importar cual sea nuestra condición. Pero notemos que Él desea que nosotros le digamos claramente lo que deseamos, pues de esa manera le mostramos que estamos dispuestos a depositar nuestra confianza absoluta en su disposición para ayudarnos.
¿Cuál es nuestra responsabilidad? Reconocer lo que Dios ha hecho por nosotros y estar convencidos de que Él no nos dará oportunidades que por ahora seremos incapaces de cumplir. Al mismo tiempo que el Espíritu Santo  se encargará tanto de ayudarnos a desempeñar lo que se nos ha encomendado; y que en nuestro caso de que se nos mande algo que nos parezca imposible de llevar a cabo, ÉL mismo nos capacitará debidamente para ejecutarla conforme a sus propósitos, honra y gloria. No podemos darnos por vencidos aunque otros nos critiquen, debemos estar dispuestos a sacar provecho de toda oportunidad que nos conceda nuestro Señor. No debemos perder las oportunidades, el hecho de que el Señor Jesús pasara por Jericó no fue simplemente una de tantas oportunidades que Bartimeo haya tenido, fue la única. Además, fue la última ocasión que el Señor Jesús la visitara al dirigirse a Jerusalén antes de su crucifixión. Para Bartimeo esa visita fue lo único que transformó su vida.
¿Está usted dispuesto a hacer lo que el Señor le ordena? Quizá usted tenga alguna necesidad, algo que desee de parte de Dios, ¿Está usted decidido a pedírsela, o va quedar callado y perder su oportunidad?
                                                                   

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