viernes, 6 de mayo de 2016

La llama del alma

Había una vez un rey, que a pesar de ser muy rico, era un hombre sencillo, completamente separado de sus riquezas y muy querido por su pueblo. 
Un  día, uno de sus súbditos le preguntó cómo podía tener tantas riquezas  y seguir siendo un hombre humilde. Y el  rey  ordenó a sus soldados: 
- Llévenselo  a mis depósitos reales, denle   una lámpara y déjenle  mirar y tocar todo mi tesoro, para que pueda evaluarlo para mí, pero si  la lámpara se apaga, le dan   10 latigazos fuertes. 
Dos horas más tarde, el hombre regresó al rey con la lámpara aún ardiendo, y el rey le preguntó: 
- ¿Qué piensa usted, cuánto vale mi tesoro?
- Señor, yo estaba muy preocupado  por no dejar que se apague la lámpara que ni siquiera pude observar y evaluar  su tesoro, discúlpeme, señor -respondió el hombre. 
- Este es mi secreto, ¡Le confió el rey! Yo estoy tan ocupado en mantener  la llama de mi alma ardiendo que ni observo  estas cosas. 
"El fuego se mantendrá ardiendo en el altar continuamente; no se apagará (Levítico 06:13)".
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