viernes, 29 de junio de 2012

Dios y nuestros problemas.




 Todos tenemos problemas en la vida. Ya sean económicas, profesionales, personales o físicas nuestras luchas, podemos estar seguros  de que servimos a un Dios que está interesado en nuestros problemas y quiere ocuparse de ellos. Cuando vienen las luchas, la primera actitud que debemos tomar es buscar a nuestro Señor en oración, Josafat, era el rey de Judá, y tenía por  adelante un enorme problema, tres tribus diferentes librando juntas una guerra contra él. La mayoría de los  líderes se habrían derrumbado bajo tal presión, pero Josafat era sabio, aun que estaba atemorizado, no enfrentó a su enemigo con sus propias fuerzas, hasta porque sabía que Dios tenía interés de ayudarlo en su problema, "Humilló" su rostro para consultar a Dios a quien él servía, proclamó un ayuno en todo país. Josafat sabía que Dios, que era más grande que cualquier problema, había hecho cosas extraordinarias para Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David. Ese mismo Dios le ayudaría, también, en su hora de dificultad. Dios ayudó los héroes de la fe a vencer sus grandes problemas, y quiere ayudarnos en los días de hoy. Nuestros problemas son los problemas de Dios. Si nosotros, como Josafat, Acudimos a Dios, y proclamamos su poder y lo servimos fielmente, Él intervendrá.
                                              Piense en esto y que Dios los bendiga.


viernes, 22 de junio de 2012

Morir para poder Servir


Había una vez dos granos de trigo que estaban en el piso de un cálido y acogedor granero. Pero un día, el granjero entró y les dijo: "Quiero sacarlos de este cómodo granero y plantarlos en tierra. Voy a ponerlos en el terreno frío y a cubrirlos con tierra. Será algo tenebroso, y ustedes morirán. Pero les aseguro que se multiplicarán y se volverán muy fructíferos". El primer grano de trigo rechazó la sugerencia. "¡De ninguna manera!", dijo. "No cuentes conmigo. Me gusta mi comodidad, y no quiero morir cubierto de tierra". Pero el segundo, después de considerar cuidadosamente el dolor y angustia de la muerte, decidió que la promesa de una cosecha futura valía la pena el sacrificio. Así pues, el agricultor lo llevó afuera y lo plantó en la tierra, y dejó al otro grano dentro del granero. Unos días más tarde, apareció un pequeño brote verde en el lugar donde había sido plantada la semilla. Tiempo después creció y se convirtió en un gran tallo de trigo que produjo cien granos más. Durante los siguientes cuarenta años, el agricultor plantó todas las semillas que se habían originado del primer grano de trigo, y año tras año, la cosecha era cada vez mayor. En cambio, el grano de trigo que se quedó en el granero se mantuvo allí solo, sin multiplicarse jamás, pero muy cómodo. ¿Cuál grano de trigo es usted? ¿No corre riesgos, o ha dejado que Dios lo plante en el mundo? La única manera de llegar a ser útil y fructífero en el reino de Dios es abandonar los deseos egoístas, salir del cascarón y servir al Señor sirviendo a los demás. 

domingo, 3 de junio de 2012

Reflexione un poco.



Mediante las relaciones mundanas y el entorno, estamos siendo influenciados por personas que no andan en los caminos de Dios. Nuestra sociedad y amigos nos dicen que debemos ponernos en primer lugar, obtener lo que queremos, proteger nuestros derechos y promover nuestros propios intereses por encima de los de los demás. Pero, Jesús dijo que nuestro Padre celestial nos dará lo que realmente necesitamos, que debemos negarnos a nosotros mismos y seguirle, y que el humilde, no el orgulloso, será honrado. Al mismo tiempo, Pablo nos exhorta a buscar la transformación de nuestras mentes: a poner nuestros pensamientos en las cosas de arriba, y a enfocarnos en lo verdadero, lo justo, lo puro y lo de buen nombre. Esto exige hacer ajustes en nuestra forma de ver la vida, hasta que nuestros pensamientos armonicen con los de nuestro Señor, si de hecho estamos sirviendo a Dios. También debemos proteger nuestras mentes con la verdad bíblica, y rodearnos de personas maduros en la fe que puedan ayudarnos cuando empecemos a desviarnos de los caminos de Dios. Hágase estas preguntas: ¿Estoy enfocándome en lo que es importante para Dios?... ¿Obedeciendo su palabra?... ¿demostrando una conducta transformada? Deje que el Espíritu  le dé el poder para hacer los cambios necesarios que le permitan ser más como el Señor Jesús.
                                                     Piense en esto y que Dios le bendiga.

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