Nosotros nacemos con la tendencia de
apartarnos de Dios. Nuestra inclinación natural es agradarnos y servirnos a
nosotros mismos, lo contrario a un estilo de vida que honra a Dios. Cuando uno
nace de nuevo, Dios comienza a inclinar nuestra voluntad y nuestras actitudes
hacia Él, pero debemos cooperar con el Señor y someternos al proceso, porque de
lo contrario, seremos de poca utilidad en Su Reino. El Señor Jesús quiere
erradicar de nosotros cualquier actividad o forma de pensar que fomente la
dependencia en algo que no sea Él mismo. Esto significa que confiar en uno
mismo para tener seguridad, salvación o bienestar físico y emocional, está
fuera de la voluntad del Señor. En las áreas que nos resistamos a doblegarnos
ante Dios, Él nos quebrantará permitiendo que venga dolor y luchas a nuestras
vidas. Como resultado sentiremos el impulso de volvernos a Dios. Quebrantar a
una persona suena duro, pero Dios hace este trabajo con amor. Él ve el
resultado más allá del dolor; seremos siervos más maduros y más fieles tras haber
pasado por las luchas. Nuestro Señor a quien servimos, nos ayuda ofreciéndonos
dirección y consuelo. Al ver los beneficios que Él me ha dado a través de las
pruebas, puedo darle sinceramente las gracias por todos los periodos de dificultades
que he experimentado (Ro. 8:28). La verdad es que todos tenemos áreas de
egocentrismo que necesitan ser quebrantadas por la mano de Dios. Cuando nos
examinamos interiormente con sinceridad, descubrimos hábitos y maneras de
pensar pecaminosos que nuestro Dios nos ayuda a ver. Así que lo único que nos
queda por hacer es rendirnos a Su obra para que podamos ser siervos sabios y
útiles.
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