lunes, 2 de abril de 2012

La peregrinación del Siervo de Dios hacia la cruz


Todos sabemos que Jesús recorrió el camino al Calvario, pero ¿sabía usted que los Siervos de Dios también hacen una peregrinación  hacia la cruz? Todos hemos sido crucificados con Cristo, pero los que tienen hambre de Él disfrutan de una experiencia más profunda de esa realidad. El Señor los toma tiernamente de la mano y los conduce a la cruz. A pesar de que este es el último lugar al que alguien quiere ir, es la única manera de ser partícipe de lo mejor que tiene Dios para nosotros.
El viaje a la cruz no es un viaje que uno hace con familiares y amigos. Es un viaje solitario con Cristo. Él nos quita todas las personas y todas las cosas de las que habíamos estado dependiendo, para que aprendamos a confiar solo en Él. Mientras estamos en la cruz, Él nos quita el autoengaño, hasta que comenzamos a vernos de la manera que Él nos ve. Muy pronto nuestro egocentrismo, nuestros defectos y nuestros fracasos quedan al descubierto.
La cruz es un lugar de quebrantamiento, necesario para dar fruto. Si nos aferramos a nuestras vidas y nos negamos a hacer esta peregrinación, seremos como un grano de trigo que nunca fue plantado. Pero quienes están dispuestos a morir a sí mismos, producirán una abundancia de fruto espiritual. La única manera como Cristo puede vivir a través de nosotros es aceptando ser crucificados junto con Él.
Dios no quiere que usted esté satisfecho solo con su salvación. Hay mucho más que Él desea darle y realizar a través de usted. ¿Está dispuesto a tomar el camino a la cruz? Sí, es doloroso, pero las recompensas en esta vida y en la eternidad superarán con creces cualquier sufrimiento que usted experimente.

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