La
interpretación que le dé al libro de Apocalipsis es evidente que determinará su
mensaje. Existen cuatro interpretaciones básicas que son dignas de mencionar:
La
interpretación futurista
La visión futurista,
que a nuestro entender es la más satisfactoria, acepta el libro de Apocalipsis
como profecías que en el principio aún no se han cumplido, en particular el capítulo
4 en adelante. Esta fue la interpretación de la Iglesia primitiva durante su
historia más evangelista, desde los apóstoles hasta el siglo cuarto.
Hoy en día, es la postura más aceptada por la
mayoría de los maestros premilenialistas de la Biblia, una regla segura para
estudiar el libro de Apocalipsis es aceptarlo en su sentido literal a menos que
los hechos demuestren lo contrario.
La
interpretación histórica
La visión
histórica sugiere que Juan describía los principales sucesos que tendrían lugar
durante la historia de la Iglesia. Por lo tanto, insinúa que podemos ver estos
sucesos al mirar hacia atrás en la historia. Por supuesto, hay que hacer
malabarismos para hacer encajar los sucesos históricos en la profecía. Esta
teoría no tiene fundamento histórico y tiende a distorsionar el significado
simple y literal.
La
interpretación que espiritualiza
Existen
aquellos que creen que todo el contenido del libro debe tomarse en sentido
figurado o metafórico; que Juan hablaba de un conflicto espiritual y no de una
experiencia física. Este punto de vista es el que sostienen la mayoría de los Amilenialistas
y Posmilenialistas. Hasta el cambio del
siglo ellos ganaron muchos seguidores con la idea de que el mundo mejoraba cada
vez más y que estábamos a punto de ingresar a un nuevo reino. La perpetúa
degeneración de la raza humana durante el siglo veinte, dos guerras mundiales y
cerca de ciento sesenta millones de muertes, los regímenes de los dictadores
comunistas hicieron que esta posición sea una posición insostenible.
La
interpretación preterista
La visión
preterista sostiene que Juan escribió el libro antes de la destrucción del
templo en el año 70 D. C. y que se refería a sucesos de sus propios días. Esto
requiere un ejercicio mental que no es necesario si se aplica la regla de oro
de la interpretación. Los emperadores Romanos Nerón o Domiciano a duras penas
pueden cumplir con los requisitos que este libro asigna al anticristo, mucho
menos la profanación del templo durante los cuarenta y dos meses o los
cataclismos mundiales que todavía están por venir.
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