“Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la
llamarás más Sarai; mas Sara será su nombre. Y la bendeciré y también te daré
de ella hijo. Sí, la bendeciré; y vendrá a ser madre de naciones, reyes de
pueblos vendrán de ella.” Génesis 17:15-16
Después que Dios le había dado un nuevo nombre a Abram, en
el mismo capítulo, vemos que él se ocupa de Sarai. En otras palabras: ¡Abraham,
tú mujer forma parte de la bendición! Su nombre, Sarai, por sí mismo ya tenía
un lindo significado, es decir: “Mi princesa”. Sara, significa: madre
fructífera de naciones.
Lo maravilloso es que Abraham y Sara quedaron felices
únicamente con la Palabra de Dios, sin ver, sin probar, sin sentir y sin
experimentar. Esa es la fe que precisamos en nuestros tiempos. Ya que no vemos
mucho. Su Palabra, Su promesa, debe ser suficiente para nosotros: “¡Sí, Señor,
yo creo!” Porque Abraham y Sara creyeron, Dios los renovó, de modo que
llegaron a ser padre y madre de muchos pueblos.
¡Esto también quiere Dios hacer en tu vida! Pero ¿de qué te
sirve el lindo nombre o título de “pastor, obrero, joven, evangelista”, si
no quiere llevar la cruz del Señor Jesús? Tienes que creer en la Palabra y
tomar en serio su llamado, entonces serás fructífero y tu vida se multiplicará
por millares.
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