"He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y
sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará." (Lucas
10:19)
Por medio de estas palabras, el Señor Jesús confiere a los Suyos una ilimitada
autoridad sobre todo y cualquier poder destructivo del diablo. Debemos ser
conscientes de que la actividad y obra del diablo es una realidad. La
ignorancia de un Siervo de Dios no lo protege de sus ataques, por el contrario:
El enemigo busca sobre todo a los ignorantes. Es por eso que los que velan, los
que permanecen en Dios, son intocables.
Esa es la
razón por la que el Señor nos exhorta tantas veces a orar y velar para no caer
en tentación. Pablo dice: "... pues no ignoramos sus maquinaciones."
El enemigo, de hecho, se enviste de toda su fuerza para atacarnos. Pero en la
misma proporción, experimentaremos todo el poder y la victoria del Señor Jesús,
pues él prometió:
"He
aquí os doy potestad... sobre toda fuerza del enemigo." En términos
globales, se está llevando a cabo un ataque del infierno, una invasión de los
espíritus del abismo. Los hijos de Dios son los primeros en estar en la mira
del enemigo, mas ellos son, también, precisamente, los únicos que tienen la
victoria total.
Un hombre
ciego ha recuperado la vista después de que se le sometiera a un trasplante de
células madre en Estados Unidos. Mike May, de California, quedó invidente hace
cuatro décadas a la edad de tres años, cuando como consecuencia de un accidente
perdió un ojo y se lesionó el otro. La intervención quirúrgica practicada a May
consistió en el reemplazo del tejido dañado de la córnea de su ojo derecho por
células madre adultas obtenidas de la región del limbos, un aro alrededor de la
córnea. Cinco meses después de que se le practicara la operación, era capaz de
detectar movimientos casi normalmente, y de ver formas y colores, según la
revista Nature Neurociencie. Dos años después, podía ver formas, colores y
movimiento casi normalmente. A pesar del éxito médico, May no se siente del
todo cómodo con su nueva condición de vidente. Antes de la operación, May era
un aficionado del esquí, que practicaba siguiendo instrucciones verbales.
Ahora, sin embargo, tiene el temor de padecer un accidente durante la práctica
de ese deporte. ¿Igualmente May se siente ahora menos confiado cuando cruza una
calle? Es muy curioso que nuestra naturaleza humana siempre querrá está atado a
algo. Si no vemos, nos gusta no ver aunque recobramos la vista. Si no tenemos
dinero y vivimos en pobreza, pues nos gusta esa condición y no queremos salir
de ella. Si padecemos de alguna enfermedad, pues la hacemos nuestra y no
queremos que salga de nosotros. Cuando recibimos la sanidad de Dios en nuestra
vida, sea en el alma o en nuestro cuerpo físico; pues lo correcto es vivir como
personas sanas. Dejar atrás los dolores y los recuerdos de cuando éramos
ciegos, cojos o autocompasivos. Ser sano es ser libre completamente y
vivir una vida diferente. No es lógico que una persona que tiene sus pies sanos
ande con muletas o una persona que padeció de cáncer, vaya todas las semanas a
ponerse quimioterapia porque le gusta sentir el mareo…Vivir del pasado no es
vivir. Recordar nuestros viejos fracasos y dolencias es matar nuestro futuro,
porque siempre estaremos viendo hacia atrás. Aprendamos que si hemos recibido
un milagro del Señor y hemos sido sanos, pues vivamos como personas sanas.
Dejemos atrás el lecho del dolor y sigamos a adelante, puesta la mirada en el
autor y consumador de la fe, el Señor Jesucristo.
Piense en esto y que Dios los
bendiga.
“Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”
San Mateo 5:6
El verdadero
Siervo posee un hambre insaciable de lo justo, una inclinación apasionada hacia
la justicia. En el sentido espiritual, el Siervo está empeñado en una búsqueda
de Dios, un ardiente, infatigable y anhelante deseo de andar con Él, y
agradarlo.
El Siervo
“tiene hambre y sed de justicia” en la tierra. Como no están dispuestos
simplemente a suspirar y a encogerse de hombros por la falta de justicia y de
la pureza, la cual es inevitable, los Siervos de Dios siguen firmes en pos de
la justicia.
¿Y qué
ocurrirá cuando esta hambre sea parte de la vida de un Siervo de Dios? ¿Qué
promete el Señor Jesús?
…
Ellos serán saciados.
Jesús
promete traer satisfacción a las almas que tengan hambre y sed de
justicia, un descanso de espíritu, que comunique un gran contentamiento.
Piense en esto y que Dios los bendiga.