Todos
tenemos problemas en la vida. Ya sean económicas, profesionales, personales o
físicas nuestras luchas, podemos estar seguros de que servimos a un Dios
que está interesado en nuestros problemas y quiere ocuparse de ellos. Cuando
vienen las luchas, la primera actitud que debemos tomar es buscar a nuestro
Señor en oración, Josafat, era el rey de Judá, y tenía por adelante un
enorme problema, tres tribus diferentes librando juntas una guerra contra él. La mayoría
de los líderes se habrían derrumbado bajo tal presión, pero Josafat era
sabio, aun que estaba atemorizado, no enfrentó a su enemigo con sus propias
fuerzas, hasta porque sabía que Dios tenía interés de ayudarlo en su problema,
"Humilló" su rostro para consultar a Dios a quien él servía, proclamó
un ayuno en todo país. Josafat sabía que Dios, que era
más grande que cualquier problema, había hecho cosas extraordinarias para
Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David. Ese mismo
Dios le ayudaría, también, en su hora de dificultad. Dios ayudó los héroes de
la fe a vencer sus grandes problemas, y quiere ayudarnos en los días de hoy. Nuestros
problemas son los problemas de Dios. Si nosotros, como Josafat, Acudimos a
Dios, y proclamamos su poder y lo servimos fielmente, Él intervendrá.
Piense en esto y que Dios los bendiga.
Había una
vez dos granos de trigo que estaban en el piso de un cálido y acogedor granero.
Pero un día, el granjero entró y les dijo: "Quiero sacarlos de este cómodo
granero y plantarlos en tierra. Voy a ponerlos en el terreno frío y a cubrirlos
con tierra. Será algo tenebroso, y ustedes morirán. Pero les aseguro que se
multiplicarán y se volverán muy fructíferos". El primer grano de trigo
rechazó la sugerencia. "¡De ninguna manera!", dijo. "No cuentes
conmigo. Me gusta mi comodidad, y no quiero morir cubierto de tierra".
Pero el segundo, después de considerar cuidadosamente el dolor y angustia de la
muerte, decidió que la promesa de una cosecha futura valía la pena el
sacrificio. Así pues, el agricultor lo llevó afuera y lo plantó en la tierra, y
dejó al otro grano dentro del granero. Unos días más tarde, apareció un pequeño
brote verde en el lugar donde había sido plantada la semilla. Tiempo después
creció y se convirtió en un gran tallo de trigo que produjo cien granos más.
Durante los siguientes cuarenta años, el agricultor plantó todas las semillas
que se habían originado del primer grano de trigo, y año tras año, la cosecha
era cada vez mayor. En cambio, el grano de trigo que se quedó en el granero se
mantuvo allí solo, sin multiplicarse jamás, pero muy cómodo. ¿Cuál grano de
trigo es usted? ¿No corre riesgos, o ha dejado que Dios lo plante en el mundo?
La única manera de llegar a ser útil y fructífero en el reino de Dios es
abandonar los deseos egoístas, salir del cascarón y servir al Señor sirviendo a
los demás.
Mediante las
relaciones mundanas y el entorno, estamos siendo influenciados por personas que
no andan en los caminos de Dios. Nuestra sociedad y amigos nos dicen que
debemos ponernos en primer lugar, obtener lo que queremos, proteger nuestros
derechos y promover nuestros propios intereses por encima de los de los demás.
Pero, Jesús dijo que nuestro Padre celestial nos dará lo que realmente
necesitamos, que debemos negarnos a nosotros mismos y seguirle, y que el
humilde, no el orgulloso, será honrado. Al mismo tiempo, Pablo nos exhorta a
buscar la transformación de nuestras mentes: a poner nuestros pensamientos en
las cosas de arriba, y a enfocarnos en lo verdadero, lo justo, lo puro y lo de
buen nombre. Esto exige hacer ajustes en nuestra forma de ver la vida, hasta
que nuestros pensamientos armonicen con los de nuestro Señor, si de hecho
estamos sirviendo a Dios. También debemos proteger nuestras mentes con la
verdad bíblica, y rodearnos de personas maduros en la fe que puedan ayudarnos
cuando empecemos a desviarnos de los caminos de Dios. Hágase estas preguntas:
¿Estoy enfocándome en lo que es importante para Dios?... ¿Obedeciendo su
palabra?... ¿demostrando una conducta transformada? Deje que el Espíritu
le dé el poder para hacer los cambios necesarios que le permitan ser más como
el Señor Jesús.
Piense en esto y que Dios le bendiga.