Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Efesios 6:12-13
Cuando escuchamos
la palabra guerra, pensamos en un combate físico con vehículos blindados,
soldados uniformados y armas mortales. Pero, hay una guerra espiritual a
nuestro alrededor que es igualmente peligrosa: una guerra que muchos siervos de
Dios ignoran o no pueden entender. Tenemos un enemigo poderoso
trabajando contra nosotros. De hecho, el Señor Jesús lo llama “el dios de
este siglo” (2 Co 4.4), porque es la fuente del mal y de la iniquidad en
nuestro mundo. Para vencer los ataques del diablo, debemos primero reconocer
que es un adversario real. Luego necesitamos mantenernos firmes contra él. Y
para mantenernos firmes, tenemos que vestirnos para la batalla con:
El cinturón
de la verdad. Por ser nuestro enemigo el padre de mentira, tenemos que ponernos
el cinturón de la verdad de Dios para combatir sus falsedades e injusticias. Es
imperativo aferrarnos al plan de Dios y a su Palabra, siguiéndole
obedientemente, no importa el costo. Así como un cinturón sujeta a la ropa en
su lugar, nuestras vidas tienen que estar rodeadas y sujetadas diariamente por
la verdad de la Palabra de Dios.
La coraza de
justicia. Al igual que una cubierta protectora, la obediencia nos protege del
daño. Puesto que el diablo anda buscando a quien engañar y destruir (1 P 5.8),
debemos obedecer a Dios en nuestra conducta y conversación. Al estar
protegidos, los dardos de concupiscencia, duda o temor de Satanás, no
penetrarán.
Protéjase
hoy dedicando tiempo para empaparse de las verdades de Dios (el cinturón) y
luego ponerlas en práctica por medio de actos de obediencia (la coraza).